Hay días en los que las horas nocturnas
multiplican su tiempo y mi mente transcurre por un paradigma que la llena de
recuerdos, incertidumbre e incluso sueños del pasado que la llevan a imaginar.
Un hombre creando fuego con dos palos
vio saltar su chispa cuando la sonrisa de una recolectora de frutos le eclipsó.
Muchos años después, una de sus descendientes
llegaba al trono de Egipto y hacía llamarla Nefertiti.
Tiempo
transcurrido, el hijo de una egipcia y un musulmán, llegaba a luchar por la creación
de Al-Andalus pero quedaba prendado de una mujer de un pequeño pueblo gaditano
y terminaba su lucha en ese pequeño rincón.
Momentos futuros uno de sus múltiples descendientes
engañaba a su mujer en una adultera relación homosexual que nunca fue descubierta.
Siguiendo
las generaciones uno de tus antepasados dejaba reflejada su riqueza en un cuadro
de Jan Van Eyck.
Muchos
siglos después tu tatarabuelo luchaba por las colonias españolas de
Filipinas y Cuba logrando volver a casa.
Para llegar a tu madre, esa mujer capaz
de enseñarte a mirar con el corazón y a apreciar cada propuesta artística.
Hasta el día de hoy, en el que nos hemos
encontrado frente a la voz de una tal Nina, tú porque la escuchas día a día y
yo que no sabía de su existencia y paré allí por casualidad, que canta con la
delicadeza del que sabe transmitir por encima de todo, momento en el que me has
dedicado una mirada, devuelta en forma de sonrisa, te ha llamado alguien por la
espalda y no te he vuelto a ver, pero has dejado tus ojos verdes en estas
letras.
Mil causalidades reunidas ante una más, otra
de todas las que nos suceden a lo largo de nuestra impredecible vida.
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