Sácate
mi corazón de la boca,
y
entiérralo en tu cuerpo
que
yo me encargaré
de
robar velas a los santos
y
llevárselas para que me recuerde.
Dame
otro wiskey con hielo
o
mejor un mordisco,
que
palie el dolor del puñal
que
has clavado en mis costillas.
Siempre
fuiste egocéntrica
pero
confié en que conmigo
la
cosa cambiaría
y
ya me has hecho ver que no,
que
eres una sadomasoquista sentimental,
que
tienes tanto miedo a la vida
como
para rechazar el amor más puro
a
cambio de cuatro polvos
y
no sé qué me causa eso,
si
dolor
o
arcadas.
¿Sabes?
La
rabia cicatriza,
y
ahora
eso
es lo que eres,
el
recuerdo de una guerra,
no
sabría decir
si
ganada o perdida,
pero
al menos una
que
no se volverá a repetir.