Estoy
dejándolo.
Ya
no me miro en otros ojos
buscando
una mirada
de
aprobación,
ni
una sonrisa de
“todo
está bien”.
Ahora
sólo me tranquiliza
mi
reflejo.
Y
no,
no
es egolatría,
se
llama amor propio
y
lo solemos confundir.
Estoy
dejándolo.
A
mi niña diez
le
están poniendo ceros
en
educación machista.
Mientras
garabatea en cuadernos
los
labios de una mujer
que
la dejó prendada
en
la butaca número ocho
de
un céntrico cine.
Estoy
dejándolo.
Dejando
todo
lo
socialmente aceptado,
cambiándolo
por
lo justo para mí.
Retratando
mi yo presente
que
ha logrado dejar atrás
Su
pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario