Que los cuatro
vientos
me oigan gritar
un llanto de promesa.
Voy a dormir entre
tus caderas la madrugada,
será mi eje tu
espina dorsal
y el tabú siempre
impuesto a estas caricias
caerá formando
libertad.
Susurraré en tu boca
un deseo,
hecho realidad cada mañana,
diré al niño nuevo,
que el amor es
sentir,
sin importar el
género del alma.
Seguirán ondeando
dos banderas sobre
mis manos,
en una un arcoíris,
en la otra un morado
puño en alto .
Mi humilde lucha
está sustentada
por cada una que se
perdió en la batalla,
y radical será raíz
y el amar no amarga.
Que los cuatro vientos
me oigan:
Luchar,
Sentir
y
amar.
Cuando sólo importe
el alma.
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